Hace unos 20000 años, apareció la primera evidencia real de que el uno existió y de que alguien lo usó para contar.
El uno era sólo una marca en un hueso. Al convertir un uno en una marca, los primeros humanos pudieron contar la cantidad de unos que quisieran.
En la antigua civilización de Sumeria (Medio Oriente) en el 4000 A.C., Los Sumerios dejaron de marcar el uno en un hueso y lo empezaron a representar con una ficha.
La invención de las fichas también permitió crear así la aritmética (matemáticas). Ellos buscaban organización para todo lo que hacían; por eso convirtieron al uno en una ficha en forma de cono, que les permitió medir, calcular y cobrar.
Años más tarde, los Egipcios transformaron el uno en una medida, para así ayudarse en sus construcciones con gran exactitud. Pero los egipcios no sólo usaron al uno para sus construcciones y trabajos, ellos convirtieron al uno en la medida de todas las cosas.
En el antiguo Egipto, fueron utilizados dos tipos de numeración. Uno, escrito en jeroglíficos, era un sistema decimal, con signos distintos para 10, 100, 1000, etc., que se usó en el periodo Predinástico. El segundo, el sistema hierático, escrito con un nuevo tipo de cifras que asimilaba un número a un símbolo, se diferenció del sistema jeroglífico por simplificar los símbolos para poder escribir más rápido, y comenzó alrededor de 2150 a. C.
Después, en la Antigua Grecia, Pitágoras aplicó el número uno muchas veces para llegar a sus conclusiones. Otros grandes pensadores griegos como Arquímedes también utilizaron el uno como sistema de medida y lo aplicaron dentro de sus análisis matemáticos.
A los Romanos no les interesaban las matemáticas o los cálculos, a ellos sólo les interesaba el poder. Por lo cual usaron el uno para imponer un dominio numérico en sus ejércitos. Los romanos querían avanzar en sus intereses y la matemática no era de su interés; por eso los números solo se usaban para registrar los resultados finales, registrar sus conquistas y contar cadáveres.
El sistema romano cayó por los hindúes, ellos se habían preocupado por la iluminación espiritual. Al describir el camino para llegar al nirvana utilizaron los números, estos describían enormes distancias. Los hindúes realizaron un sistema de números con cifras del 1 al 9, el sistema arábigo. Su mayor hallazgo fue el número cero, este número revolucionaria por completo la humanidad, pues con solo diez dígitos se podían hacer números infinitamente grandes o pequeños.
Este sistema rápidamente se hizo popular pero chocaba con el sistema de los romanos, hasta que llego a las costas Italianas donde Fibonacci un joven que al quedar maravillado con el sistema arábigo para los números decidió llevarlos con él. Escribió un libro acerca del cálculo, el cual era de gran interés para los comerciantes debido al naciente capitalismo. Pero el sistema antiguo estaba muy arraigado a la cultura Europea y el nuevo sistema era rechazado por la mayoría persona. Pero como el sistema arábigo permitía que los comerciantes pudieran realizar cálculos más exactos que con el ábaco romano, así que este fue tomando su lugar.
Pero había un hombre que estaba empeñado en acabar con el error humano, el invento una maquina de calcular mecánica que utilizaba los números del 1 al 9, pero más adelante afirmo que con 1 y 0 se podían realizar cálculos perfectos y expresar todos los números con estos dos dígitos, así desarrolló el sistema Binario de Leibniz.
No fue sino hasta 1944 en Inglaterra cuando fue creado el primer ordenador de funcionamiento binario del mundo, el utilizaba las corrientes eléctricas donde 1 y 0 tomaban lugar, ellos realizaron cálculos matemáticos a gran velocidad lo cual permitió a los aliados descifrar los mensajes alemanes.
Es a partir de ahí donde 1 y 0 toman el control de nuestras vidas para estar en nuestras vidas, en la era de los ordenadores. Ellos dos están en la cima de los demás números pues gracias a ellos se mueve el mundo como lo conocemos hoy en día.
Es a partir de ahí donde 1 y 0 toman el control de nuestras vidas para estar en nuestras vidas, en la era de los ordenadores. Ellos dos están en la cima de los demás números pues gracias a ellos se mueve el mundo como lo conocemos hoy en día.